El inicio de Los Ceibos
En el Río de la Plata, desemboca el arroyo White. En la actualidad está entubado y rectificado su curso, corre hoy bajo las calles Iberá, Campos Salles, entre el lindero norte del Tiro Federal Argentino y el CENARD, en el bajo del barrio de Belgrano, en la ahora Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
A principios del siglo XX, con sus costas frondosamente arboladas, era una buena zona de abrigo para las embarcaciones a vela, que los pescadores usaban, zarpando diariamente a realizar sus labores. A ese lugar concurrían jóvenes con la ilusión de salir a navegar, a cambio de dar una mano en las tareas de la navegación o la pesca y, a veces, podían abordar alguna de las embarcaciones que poseían los pescadores.
Los asiduos concurrentes, que muchas veces no podían zarpar, conformaban un gran grupo. Entre ellos estaba Juan Maranesi, quien decide en el año 1903 fundar Los Ceibos, un club que pretendió ser náutico pero fue la pesca su principal actividad.
Con la construcción de una casilla de tipo ribereña –sobre estacas– tuvo su sede en la orilla del arroyo White, a la que denominaron el rancho.
Cuando se asoció Eduardo Newbery, ingresó aportando a la flota su yate particular Tortuga, un scow de 4.50 m. de eslora con aparejo cat, un casco muy popularizado en los lagos y aguas calmas del sur de los Estados Unidos, que mandó a construir en base a planos que había publicado la revista norteamericana The Rudder.
El Tortuga pronto fue conocido en las aguas del Plata desde Belgrano hasta San Isidro, yendo y viniendo con cuanto tripulante se le presentaba. Se lo distinguía fácilmente sobre el fondo de sauces de la costa, luciendo su veloz silueta. Se convirtió en una verdadera escuela de timoneles.
Entre asados y mateadas no faltaron las charlas con la opinión de Domingo Venturini, de oficio pescador, comentando de “salir afuera”, que animaron a los más entusiastas. Es entonces que con el Tortuga, de proa redonda, de fondo plano, gran manga, poco calado, bajo francobordo, aparejo excesivamente velado y débil estabilidad final, Eduardo Newbery se larga a Colonia (ROU), acompañado por su hermano, el ingeniero Jorge Newbery, dando así origen al interés por la navegación de crucero.
Fue así que Eduardo Newbery, con su gran espíritu de aventura a los deportes, siendo su preferido, el navegar–, transformó y le cambió de nombre a Los Ceibos.
Se funda el Club Náutico Belgrano
El 1º de Enero de 1904, Eduardo Newbery tomó la iniciativa y fundó el Club Náutico Belgrano.
Fue su primer Comodoro. Entre los socios fundadores se encontraban los señores: Carlos Bava, el Doctor Doroteo Besañez, Gualterio Bolleta, Alfredo Maranesi, Juan Maranesi (ambos cuñados de Newbery), Angel Piazza, Jerónimo Riva, Esteban Scasso, Eugenio Sabaría, Juan Sabaría, Domingo Venturini y Emilio Vianello.
Todos ellos con la entusiasta esperanza de que la navegación se pudiera desarrollar en la nueva institución, dejando atrás el poder salir a navegar sólo cuando se producía una necesidad por parte de los pescadores.
Quedó así constituído el tercer club náutico de la República Argentina.
Eduardo Newbery
Eduardo Federico Newbery, –su nombre completo– siguió la profesión de su padre, fue odontólogo. Nació en Buenos Aires el 17 de Febrero de 1878, tuvo 11 hermanos, uno de ellos fue el Ingeniero Jorge Newbery, pionero de la aviación argentina.
Era hijo de Ralph Lamartine Newbery Purcell, norteamericano de ascendencia inglesa, intervino en la guerra de secesión de los Estados Unidos (1861-1865), se diplomó de cirujano odontólogo, y llevado por su gran pasión por las aventuras y por lo desconocido, en 1870 emprendió un viaje por el mundo en un barco a vela, y luego de una larga navegación, recaló en Buenos Aires. Vivieron allí desde 1888, en Moldes y Blanco Encalada.
Su madre, Dolores Celina Malagarie, era descendiente de vascos franceses. Con su esposa, Adela Cristina Maranesi, tuvieron dos hijos, Silvia y Eduardo.
La primera embarcación para los socios
El Yacht Club Argentino le obsequió a la nueva institución un bote auxiliar usado, denominado Macá. Este pequeño bote abierto de casco tingladillo, con una pequeña orza y un sencillo aparejo sloop, pasó a ser la primera embarcación para los socios del nuevo club.
Eduardo Newbery aportó los pesos moneda nacional 135 que se necesitaban para la compra de la embarcación Hortencio, donando en 1906 la suma que se le adeudaba. Era un bote abierto, aparejado yawl, que había sido construído en Inglaterra.
Por aquel entonces era de la mayor fineza que podía encontrarse en una embarcación de su tamaño. Sus perchas eran de bambú y sus velas de seda. Sobre todo, estas últimas, representaban un adelanto de lujo y como tal se las cuidaba.
Se le compraron velas de algodón y pasó a ser otra embarcación para uso de los socios.
Se inician las regatas internas
El club empezó a organizar regatas. Tomaban parte las más diversas embarcaciones, muchas de ellas de pescadores y otras muy simples, aún con aparejos improvisados.
No había idea de un handicap por fórmulas matemáticas y el recargo a los barcos se les daba “a ojo de buen cubero”. Variaba tanto como el viento o la altura de una marea, y eso traía discusiones entre los timoneles, que nada tenían que ver con la caballerosidad de un navegante. Sin embargo se seguía corriendo, porque la semilla de las regatas había prendido en el Club Náutico Belgrano.
En los salones se realizaban bailes, conciertos y actividades sociales. Por entonces, el club no era exclusivamente náutico y, en las soleadas tardes, las damas gustaban tomar el té con masas en los jardines del club, viendo las regatas, mientras una orquesta ejecutaba piezas musicales
Socio vitalicio, luego la última ascensión
En la reunión realizada el 7 de Julio de 1906, la Comisión Directiva declaró a Eduardo Newbery socio vitalicio, por las donaciones y servicios prestados a la Institución.
El 17 de Octubre de 1908, Eduardo Newbery invitó a su amigo, el destacado yachtman Tomás Owen, a efectuar con él, su cuarta ascensión en el globo aerostático Pampero.
Luego de varias horas de acondicionar el globo e inflarlo, su amigo no concurría a la cita; confirmado que no se haría presente, entonces invitó a realizar la ascensión con él, al sargento Eduardo Romero, que procedía desde el palomar haciéndole entrega de una canasta con palomas mensajeras. Partieron desde el campo Los Ombúes, en la ahora esquina de Luis María Campos y Olleros.
Ninguno regresó, no habiéndose encontrado jamás el menor rastro del globo, ni de sus ocupantes. Aún persiste la duda, al no haber recibido mensaje alguno, porque las palomas eran llevadas para ese fin. Fueron las primeras víctimas de la aerostación argentina y latinoamericana.
El globo Pampero era propiedad de Aarón de Anchorena, muy amigo de los Newbery, y en una ascensión anterior que efectuó con Jorge Newbery, habían cruzado el Río de la Plata, bajando en las proximidades de Conchillas (ROU).
En una fotografía del globo instantes previos a ese viaje, se puede ver que en los salvavidas figura el nombre de Pampa, porque pertenecían a una embarcación a motor propiedad de Aarón.
Posteriormente Anchorena compró los campos de la margen Este de la desembocadura del Río San Juan (ROU) comúnmente denominada por los náuticos como “la barra del Río San Juan”. En lo que fue su estancia, hizo construir una torre que lleva su apellido y desde su mirador se ve fácilmente la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
El progreso hace finalizar una etapa
El progreso hace finalizar una etapa
En 1910, la construcción del terraplén paralelo a la costa del Río de la Plata, para el tendido de las vías del Ferrocarril Central Córdoba, cortó la vista al río desde la sede la ubicación de la antigua sede del bajo de Nuñez, en la actualidad sería sobre la avenida Leopoldo Lugones y el lindero Norte entre el Tiro Federal Argentino y el C.E.N.A.R.D.
Debajo del pequeño puente ferroviario sobre el arroyo White, no podían pasar los barcos con arboladura, quedando expuesta la flota de veleros en las amarras nuevas que se realizaron en la parte de afuera del terraplén del lado de la costa.
Esto mucho preocupó a los más náuticos. El progreso les había inutilizado el esfuerzo de tantos años. En 1914, se construyó una nueva sede con frente al río, dotada de comodidades que hacían de ella una prolongación del hogar de cada uno de los socios.
Este progreso estuvo unido a la dedicación de tiempo y a la labor de muchos socios, alternando la navegación con los trabajos del club. Los días de gran bajante, los pescadores que con carros podían tirar sus botes, salían y los veleristas se quedaban acarreando tierra.
El tema de no poder poseer un amarradero con el suficiente calado para las embarcaciones, preocupaba a los socios que navegaban a vela y el 8 de Mayo de 1917, en una agitada asamblea extraordinaria, se decidió por 52 votos a favor y 20 en contra comprar 940.76 varas2 , a un valor de pesos moneda nacional 470,38; más el costo de comisión, remate y escrituración.
Consistió en un lote de terreno, y posteriormente otro lindero, sobre el continente con frente al Río Luján, entre el canal San Fernando y el arroyo Pedro Tamagni, en San Fernando, provincia de Buenos Aires.
El cambio a San Fernando
Durante el año 1920, se trasladó a San Fernando la flota a vela. Para concretarse, se construyó una nueva y amplia sede social, y para poder atender las necesidades náuticas, varadero, carpintería y sección pintura para el mantenimiento, se creó un astillero propio para la construcción de la futura flota.
Se inauguró oficialmente la sede de San Fernando el 23 de Noviembre de 1924.
Quedó aún por seis años más, en el bajo de Belgrano, la sede con muy pocos socios, algunas embarcaciones menores y casi ningún velero.
Sólo la actividad social daba vida a la antigua sede, pero poco a poco fue decayendo al no ser visitada por los socios. Posteriormente se desarmaron las instalaciones y caducó entonces la concesión municipal.
Vito Dumas, se inició en nuestro Club
Compartió con socios navegaciones como invitado, durante tres años. Se asoció al Club Náutico Belgrano el 16 de Octubre de 1924. Para muchos argentinos, Vito Dumas es sólo un nombre y apellido, para otros, define a un señor con dignidad y valentía marinera, que nos supo representar por los mares del mundo.
Era un argentino, navegante solitario que dio la vuelta al mundo, no por el lado más fácil, con su embarcación L.E.H.G. II, un queche doble proa con aparejo Marconi, de sólo 9.55 m. de eslora, 3.30 m. de manga y 1.70 m. de calado, con 3.000 kg. de lastre y un desplazamiento de 9.000 kg.. En la actualidad la embarcación está expuesta en el Museo Naval de la Nación, Paseo Victorica 602, Tigre, provincia de Buenos Aires.
Gracias a Juan Luis Montanari , por la nota.
Gracias a Juan Luis Montanari , por la nota.
SE FUNDA EN 1904 EN LA DESEMBOCADURA DEL ARROYO WHITE, Y FUE EL TERCER CLUB NÁUTICO DE LA REPÚBLICA ARGENTINA
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